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Coordinadora General del Sistema de Estudios de Postgrado
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Introducción
El presente artículo es el resultado de la investigación del trabajo de tesis de la Maestría en
Salud Pública (Perdomo Ana, 2018).
A nivel global, las enfermedades respiratorias, especialmente en países en desarrollo,
continúan siendo una de las principales razones de enfermedad y mortalidad en niños
menores de cinco años, esto se traduce en aproximadamente un millón de fallecimientos
anuales. Según información proporcionada por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia
Social (MSPAS) en Guatemala, durante el año 2023, estas patologías ocupan un lugar
destacado entre las diez principales causas de enfermedad, observándose un aumento del
16.99% en el número de casos en comparación con el mismo período del año anterior.
Los niños son susceptibles a los efectos perjudiciales de la exposición a contaminantes
ambientales debido a que su sistema inmunológico y función pulmonar están en proceso de
desarrollo, lo que aumenta la permeabilidad del epitelio respiratorio.
La práctica de la lactancia materna se relaciona con una menor predisposición al desarrollo de
enfermedades respiratorias en la infancia y una reducción en los impactos negativos de otros
factores ambientales. De acuerdo con análisis realizados en la Tercera Encuesta de Estados
Unidos de Salud y Nutrición (NHANES III), se observó que los infantes que fueron amamantados
tenían una menor probabilidad de experimentar episodios asmáticos y sibilancias recurrentes
en comparación con aquellos que no recibieron lactancia materna. A pesar de los benecios
conocidos de la lactancia materna, según datos de la Encuesta Nacional de Salud Materno-
Infantil (ENSMI) de 2014/2015, solo el 53% de las madres proporciona lactancia materna
exclusiva en los primeros seis meses de vida de sus hijos. Además, en una investigación que
evaluó la incidencia de infecciones respiratorias agudas en niños, se encontró que seis de
cada diez bebés no recibieron una lactancia materna adecuada.
De acuerdo con el estudio ISAAC (Estudio Internacional del Asma y las Alergias en la Infancia)
llevado a cabo en Guatemala, se ha observado una prevalencia de asma del 28% en la
población pediátrica. Esto implica que aproximadamente uno de cada tres niños menores de
14 años podría desarrollar esta enfermedad, colocando a nuestro país entre aquellos con las
tasas más altas a nivel mundial.
Las exposiciones ambientales durante los primeros meses de vida desempeñan un papel crucial
en la formación del sistema inmunológico, pero también pueden aumentar la predisposición a
atopias o alergia. La leche materna se ha reconocido como la opción nutricional óptima para
los infantes, ya que contiene una variedad de agentes con propiedades anti-infecciosas que
cubren a los lactantes de ciertos patógenos. Sin embargo, todavía existe controversia sobre
si la lactancia materna tiene un efecto protector contra el desarrollo de asma, atopia o ambos.
Se dispone de pruebas de un estudio realizado en Australia, que tenía un diseño transversal,
y en el cual se sugirió que los niños que no recibieron lactancia materna enfrentaron un riesgo
siete veces mayor de desarrollar enfermedades respiratorias en comparación con los niños