CG-SEP
ISSN: 2523-6121 (impresa) / 2707-2908 (en línea)
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209Palabras clave
fracturas, tuberosidad de tibia, adolescentes
Fracturas de la tuberosidad anterior de la tibiaReferencia
Mejía Leiva J. W. (2024). Fracturas de la tuberosidad anterior de la tibia.
Revista Científica del Sistema de
Estudios de Postgrado. 7(1). 209-220. DOI: https://doi.org/10.36958/sep.v7i1.201
Anterior tibial tuberosity fractures
José Wendell Mejía Leiva
Centro Universitario de Occidente
wendellmejia7@gmail.com
https://orcid.org/0009-0000-3644-1148
Resumen
Las fracturas de la tuberosidad tibial anterior en la infancia son una patología poco frecuente
(alrededor del 3% de todas las fracturas de tibia proximal), pero la incidencia de esta lesión ha
aumentado en los últimos años, probablemente debido a la mayor implicación de este grupo de
edad en actividades deportivas. Esta fractura se observa con mayor frecuencia en niños de 12 a
16 años. Es de vital importancia identificar las estructuras anatómicas asociadas a este tipo de
fracturas, así como los mecanismos fisiopatológicos implicados. El tratamiento incluye opciones
quirúrgicas y no quirúrgicas, con el objetivo de lograr la congruencia articular, restaurar la función
del mecanismo extensor y evitar daños en la fisis tibial proximal. Comprender el manejo de esta
fractura y las complicaciones que pueden surgir es fundamental. La provisión de un plan de
manejo clínico adecuado y la prevención de complicaciones son vitales en la precaución de la
discapacidad.
Recibido: 31/08/2023
Aceptado: 11/06/2024
Publicado: 24/06/2024
Reporte de caso
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Abstract
Anterior tibial tuberosity fractures in childhood are rare (approximately 3% of all proximal tibia fractures),
but their incidence has risen in recent years, likely due to increased participation in sports activities
among this age group. This fracture is most common in children aged 12 to 16 years. It is crucial
to identify the associated anatomical structures and underlying pathophysiological mechanisms.
Treatment options include surgical and non-surgical approaches, aiming to achieve joint congruence,
restore the extensor mechanism’s function, and prevent proximal tibial physis damage. Understanding
fracture management and potential complications is crucial for providing appropriate clinical care and
preventing disability.
Keywords
fractures, tibial tuberosity, teenagers
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Introducción
La fractura de la tuberosidad anterior de la tibia es una patología poco común, con una
incidencia que varía entre 0.4 y 2.7% de todas las lesiones epifisarias, y menos del 1% de las
lesiones fisarias y la avulsión bilateral es extremadamente rara. Se presenta principalmente
en adolescentes varones de entre 12 y 16 años (D. Clark, 2020), aunque se han presentado
casos en la preadolescencia (10-12 años) estos tipos de fractura ocurren con mayor frecuencia
en varones adolescentes los cuales practican deporte y tienen más masa muscular. La
fisiodesis fisiológica ocurre a una edad más avanzada en los hombres, lo que puede colocar
al tubérculo en mayor riesgo de lesión en parte debido a un músculo cuádriceps más fuerte,
lo que coloca una mayor tensión a través del tubérculo tibial, predisponiendo a esta patología
(Juan Pretell-Mazzini, 2016).
Se han identificado dos mecanismos principales de lesión que causan las fracturas por
avulsión de la tuberosidad anterior de la tibia (Yousef, 2017):
• La primera es la contracción concéntrica repentina del mecanismo extensor de la rodilla.
• El segundo se debe a la flexión de la rodilla mientras el cuádriceps se contrae
excéntricamente.
Los síntomas de la fractura por tuberosidad tibial incluyen la aparición repentina de dolor,
generalmente durante el inicio de un salto o sprint, una incapacidad para mover la rodilla y
una incapacidad para cargar y deambular (Ignacio Rodríguez, 2020).
Las radiografías en proyecciones AP y lateral de la rodilla pueden proporcionar información
importante con respecto al tipo de fractura y las lesiones óseas asociadas.
También se ha recomendado el uso de la tomografía computarizada (TC) para la evaluación
preoperatoria de este tipo de fractura para determinar el alcance de la fractura, la posible
afectación intraarticular y para obtener una mejor comprensión del trazo de fractura (Ignacio
Rodríguez, 2020).
Reporte de caso
Masculino de 16 años de edad, soltero, alfabeta, católico, estudiante, originario, residente y
procedente de San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, quien consulta por “traumatismo en
rodilla izquierda de 3 horas de evolución”.
Paciente refiere que se encontraba jugando futbol cuando al realizar un flexo extensión forzada
para despejar el balón, el paciente pierde el equilibrio, cayendo sobre su rodilla izquierda
apoyando todo el peso de su cuerpo en la misma, lo que le provoca dolor, edema, así como
dificultad para la marcha por lo que sus padres deciden acudir a este centro hospitalario para
tratamiento especializado.
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Al examen físico:
Miembro inferior izquierdo (Figura 1) se evidencia edema, arcos de movilidad activos y pasivos
limitados por dolor intenso, fuerza muscular no evaluable por dolor, reflejos osteotendinosos
no evaluable por dolor, se evidencia dolor a la palpación en región anterior de pierna en
tercio proximal a nivel de la tuberosidad anterior de la tibia, sensibilidad superficial y profunda
conservada (táctil, térmica, dolorosa), pulsos periféricos palpables (femoral, poplíteo, tibial
posterior, pedio), llenado capilar menor a 3 segundos.
Figura 1.Radiografía de rodilla izquierda: A: Vista anterior, B: Vista lateral, C: Vista medial
Tras el exámen físico se realizan rayos x de rodilla izquierda en proyecciones anteroposterior
(AP) y lateral (Figura 2).
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Figura 2.Radiografía de rodilla izquierda: A: Proyección Anterposterior, B: Proyección Lateral
Tras evaluar los estudios radiográficos se decide realizar Tomografía Axial Computarizada
(TAC) de rodilla izquierda para evaluar de mejor manera el tipo de lesión. (Figura 3).
Figura 3.TAC de rodilla izquierda (Reconstrucción 3D):
A: Vista Anterior, B: Vista Posterior, C: Vista Medial, D: Vista Lateral
Tras evaluar resultados de laboratorio, estudios radiográficos y tomográficos se documenta
impresión clínica:
1. Fractura del extremo proximal de la tibia izquierda tipo Salter Harris IV.
Watson Jones: III
Ogden: IIIA
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2. Obesidad Mórbida grado III (Índice de Masa Corporal 39.1)
(110 Kilogramos de peso x 169 cms)
Paciente es programado a sala de operaciones a las 24 horas de su ingreso, donde se realiza
(Figura 4):
1. Reducción abierta y fijación interna tibia proximal izquierda con 3 tornillos canulados de
esponjosa rosca parcial (#50) más arandela (2 a tercio proximal y 1 a tuberosidad anterior de
tibia izquierda en dirección anteroposterior). Se realiza control radiográfico transoperatorio
evidenciando reducción satisfactoria (Figura 5).
2. Colocación de inmovilizador rígido para miembro inferior izquierdo.
Figura 4Imagen Transoperatoria: Osteosíntesis en tibia proximal izquierda
Figura 5.Radiográfia Transoperatoria: A: Proyección anterior, B: Proyección Lateral
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Paciente egresa estable de sala de operaciones y es trasladado a servicio de traumatología de
hombres y es egresado a las 72 horas postoperatorias con adecuada evolución y seguimiento
por consulta externa con radiografía control de rodilla izquierda 14 días postoperado (Figura
6), plan educacional de estado nutricional y cuidados postoperatorios.
Figura 6.Radiografía control de rodilla izquierda 14 días postoperatorios: A: Proyección Anterior, B:
Proyección Lateral
Seguimiento de Caso
Se recibe a paciente en consulta externa a los 14 días postoperatorios para retiro de puntos,
posteriormente se cita a las 12 semanas postoperatorias con radiografía control (Figura 7)
observando consolidación ósea satisfactoria y disminución de peso cuantificado 20 Kg.
Figura 7.Radiografía control de rodilla izquierda 12 semanas postoperatorios: A: Proyección Anterior,
B: Proyección Lateral
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Así mismo, se evalúa movilidad de paciente (Figura 8), observando arcos de movilidad
en rodilla izquierda con extensión de 10º y flexión de 70º. Con apoyo parcial asistido de la
extremidad inferior izquierda.
Figura 8Evaluación clínica de arcos de movilidad de rodilla izquierda: A: Extensión de 10º, B: Flexión
de 70º
Posteriormente, en seguimiento consensuado con el papá y la mamá, a las 16 semanas
postoperatorias obtenemos (Figura 9) avances de amplitud articular de rodilla izquierda con
extensión de rodilla en 0º, flexión de rodilla de 130º y marcha con carga completa de peso.
Figura 9Evaluación clínica de arcos de movilidad de rodilla izquierda: A: Extensión de 0º, B: Flexión
de 130º, C,D: Marca con carga completa de peso
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Discusión
Fracturas de la tuberosidad anterior de la tibia son poco frecuentes, sin embargo, tienen una
relación con pacientes de 12 a 16 años (Ignacio Rodríguez, 2020) (D. Clark, 2020).
El objetivo del tratamiento es restaurar el mecanismo extensor de la rodilla y la superficie de
la articulación. La osteosíntesis en el momento idóneo fue importante para la satisfactoria
consolidación de la fractura, además, la ventaja del remodelado óseo en fracturas de tibia
proximal en pacientes pediátricos.
Se observó que la relación del mecanismo de lesión y el sobrepeso en un paciente está
asociado, siendo de suma importancia el plan educacional al paciente y a los familiares
(padre y madre principalmente) de la disminución de peso gradual para una rehabilitación
de calidad. Fue parte del éxito el seguimiento postoperatorio estricto del paciente, al haber
iniciado la rehabilitación y fisioterapia en el tiempo ideal (6 semanas postoperatorias), se
evidencia la amplitud articular de la rodilla izquierda satisfactoria y la adecuada marcha de
manera progresiva.
Independientemente del tipo de manejo (quirúrgico o no quirúrgico), la literatura generalmente
describe excelentes resultados en la evolución de estos pacientes. Por ejemplo, un estudio
informa de una consolidación completa en el 99 % de los casos, con el 98 % de los pacientes
volviendo a las actividades normales en un promedio de 29 semanas; se logró un rango
completo de movimiento en el 97 % de los pacientes (Juan Pretell-Mazzini, 2016) (Matthew
J. Boyle, 2010).
Se han señalado como las complicaciones más destacadas: deformidad en el ángulo, asimetría
en el crecimiento de las extremidades pélvicas, genu recurvatum y cierre prematuro de las
placas de crecimiento, la mayoría de las cuales son severas (Yousef, 2017).
Sin embargo, en nuestro caso no hubo ninguna complicación a corto plazo. Una limitante
en este trabajo fue que las radiografías usadas se tomaron en diversos ángulos de flexión
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de rodilla, lo que podría hipotéticamente alterar la perspectiva de la fractura, sin embargo,
creemos que no altera la interpretación de nuestro resultado.
El resultado puede servir como referente para posteriores estudios que busquen describir
patrones anormales de fractura que comprometan la tuberosidad anterior de tibia, teniendo
diagnósticos diferenciales como la Enfermedad de Osgood Schlatter o fracturas avulsivas
(Pesl T, Havranek, 2008).
Conclusión
Las fracturas de la tuberosidad anterior de la tibia son una patología poco frecuente, por lo
que es importante conocer el mecanismo de lesión, así como los síntomas y signos asociados
a este tipo de patología apoyado de radiografías anteroposterior y lateral de rodilla nos darán
el diagnóstico temprano.
El enfoque terapéutico debe ser específico para cada caso, adaptándose a la naturaleza
de la lesión y considerando cuidadosamente sus metas. Se ha aplicado una estrategia
conservadora en lesiones con fragmentos pequeños y desplazamientos mínimos (menos de
2 mm), con resultados positivos. Las lesiones con desplazamientos mayores a 2 mm tipo I y II
(Clasificación Watson Jones y Ogden) deberán ser tratadas quirúrgicamente con la finalidad
de minimizar el riesgo de secuelas; la restitución de la congruencia anatómica articular será
primordial en caso de fracturas tipo III. El postoperatorio con diferimiento de apoyo por 6
semanas y protección con aparato de yeso o inmovilizador rígido de rodilla han ofrecido
resultados sin complicaciones. La terapia física para arcos de movilidad y fortalecimiento
muscular se recomienda desde la consolidación ósea radiográfica, aproximadamente a las 6
semanas.
La incidencia de complicaciones es baja y no afecta al resultado funcional del curso del
tratamiento, por lo que estos pacientes generalmente evolucionan adecuadamente lo que les
permite regresar a sus actividades.
Bibliografía
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Sobre el autor
José Wendell Mejía Leiva
Es Médico Residente de tercer año, Postgrado en Ortopedia y Traumatología, Universidad
San Carlos de Guatemala (USAC), Departamento de Ortopedia y Traumatología, Hospital
Regional de Occidente, Quetzaltenango, Guatemala.
Declaración de conflicto de intereses
El autor declara no tener ningún conflicto de intereses, que puedan haber influido en las
interpretaciones propuestas.
Financiamiento de la investigación
Con recursos propios.
Declaración de consentimiento informado
La presentación de caso se realizó respetando el Código de ética y buenas prácticas editoriales
de publicación con autorización de los encargados del paciente.
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Derecho de uso
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