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Coordinadora General del Sistema de Estudios de Postgrado
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ámbito de la Seguridad de la Nación, enfrenta Guatemala ante el fenómeno de la Insurgencia 
Criminal, y como su respuesta, muchas veces inconsistente e inefectiva, obliga a retomar el 
rumbo hacia la implementación de una política criminológica, en la cual se involucren tanto 
fuerzas de  seguridad, policía  y ejército, así como  otras instituciones  gubernamentales, no 
gubernamentales e iniciativa privada, para que con ello sea posible alcanzar la Seguridad de 
la Nación, no sólo para Guatemala, sino en perspectiva, también para sus países vecinos, El 
Salvador y Honduras.
Insurgencia criminal, un reto a la seguridad de la nación para Guatemala
Han transcurrido veintisiete años desde la rma de los Acuerdos de Paz, tiempo en el cual 
Guatemala ha sufrido una espiral ascendente de violencia criminal, que en algunos casos ha 
ocupado el papel y lugar de los grupos subversivos de los años ochenta. 
Para nadie es desconocido que, en este país, así como en El Salvador y Honduras, viven miles 
de pandilleros, resultado de la deformación de los factores sociales, políticos, económicos, 
institucionales y geopolíticos, en cada uno de los países. Revisando un poco las estadísticas 
en  estos  países,  es  posible  encontrar  que  “…  según  información  proporcionada  por  sus 
sistemas nacionales de inteligencia, en Guatemala existen alrededor de 19 mil pandilleros y 
mil quinientos más recluidos en cárceles” (www.prensalibre.com, 4 de junio de 2022, noveno 
párrafo), mientras que en El Salvador, se considera que existen aproximadamente 118 mil 
pandilleros,  de los cuales hay  70,000 pandilleros en la calle y 86,000, sumando aquellos 
miembros de pandillas en prisión” (www.diario.elmundo.sv, 19 de noviembre de 2022, cuarto 
párrafo), y Honduras que en 2014 fue catalogado como el país más violento del mundo de los 
países sin conicto de guerra” (www.es.insightcrime.org, 9 de diciembre de 2015, segundo 
párrafo),  presenta  hoy  en  día  una  estimación  sobre  “la  cantidad  de  miembros  activos  de 
pandillas  que  oscila  entre  5.000  y  40.000”  (www.hrw.org/es/world-report/2021/country-
chapters/honduras, 17 de enero de 2021, quinto párrafo).
Tras la rma de los Acuerdos de Paz, en 1997, el Ejército de Guatemala redujo sus efectivos, 
suprimiendo zonas, bases y destacamentos militares en varios departamentos del país, así 
como también debió reestructurar el dispositivo estratégico para poder cumplir con su misión 
constitucional, mientras que la Policía Nacional Civil, que surge de dichos acuerdos, no ha 
logrado tener estaciones y subestaciones en todo el país lo que ha generado la ausencia 
del Estado guatemalteco en áreas donde luego el crimen organizado se aanza día con día, 
originando que las amenazas dentro del campo de la seguridad a enfrentar, sean un verdadero 
desafío para Guatemala, que puede incluso reejarse en la región centroamericana. 
En Guatemala, El Salvador y Honduras, “hablar de pandillas en la actualidad es sinónimo 
de: homicidios, extorsión, masacres, asesinatos con lujo de barbarie, control de territorios, 
desplazamientos forzados internos, migración en especial de jóvenes amenazados de muerte, 
narcomenudeo,  trata  de  personas,  lavado  de  dinero,  terror,  violaciones,  desaparecidos, 
entre  otras  actividades  criminales”  (www.laprensagraca,  15  de  julio  de  2017,  segundo 
párrafo). Estas pandillas, bandas criminales, maras o como se les denomine en cada país,